Si hay un factor en el baloncesto que ha aupado a ciertos jugadores hasta la categoría de auténticos mitos vivientes, es ese factor clutch que hace que un jugador se convierta en letal, peligrosísimo, absolutamente mortífero cuando llega la hora de la verdad, el partido está igualado y el balón quema en las manos de la inmensa mayoría... El factor clutch, ese algo maravilloso e intangible que separa a los hombres de los niños, a las superestrellas de las estrellas; que demuestra quienes son los más grandes entre los grandes.
En lo que al clutch factor se refiere, he querido separar a los jugadores en dos grupos distintos: el clutch shooter (el aspecto más representativo de la palabra clutch, el tirador por excelencia, a quién no le tiembla el pulso cuando recibe el balón en la línea de tres, a falta de un segundo para el final del partido y con su equipo perdiendo por dos puntos) y el clutch scorer (mucho más que un tirador letal; el jugador que en esa misma situación, toma el balón, pide aclarado, sus ojos se tiñen en sangre y a partir de ahí puede matar al equipo rival de mil y una formas distintas). En la próxima entrega de "Face to face" profundizaremos en el clutch shooter, pero hoy le toca el turno al clutch scorer... Y dejando aparte a Jerry West, el primer gran clutch player de la historia del baloncesto, a Isiah Thomas, uno de los instintos asesinos más temibles de todos los tiempos, y a Larry Bird, un genio absoluto, dominador de todos los aspectos del juego, incluido el factor clutch (personalmente añadiría también a Juan Carlos Navarro entre los más grandes que ha dado la historia del baloncesto), nos centraremos en las dos máquinas de matar más perfectas que la naturaleza ha diseñado y brindado a nuestro querido deporte; dos máquinas de matar aerodinámicas, elegantemente sublimes y absolutamente letales: Michael Jeffrey Jordan y Kobe Bean Bryant.
En realidad Kobe no deja de ser como una especie de fotocopia de Michael Jordan. Tantos años buscando al futuro Jordan, al sucesor de His Airness, y en realidad siempre ha estado ahí, en la figura de Kobe Bryant... Con sus diferencias, eso sí, pues la clonación total no es posible (todavía) en esto del baloncesto, pero dudo mucho que en el futuro podamos volver a ver a un jugador tan parecido, tan cercano, a lo que fue Michael Jordan.
Dicho esto, añadir que ambos, con una altura, constitución física, agilidad, fundamentos técnicos, clase innata e instinto asesino muy similares, lo han tenido todo para convertirse en el prototipo perfecto de clutch scorer. Y hago especial hincapié en la constitución física y la agilidad, puesto que pueden existir grandes jugadores que reúnan el resto de virtudes, pero sin estas dos muy probablemente les sea imposible poder convertirse en un gran clutch scorer (que no en un clutch shooter), puesto que para poder tomar el balón y ser capaz de realizar cualquier cosa, de fabricarse cualquier tiro decisivo en los momentos en los cuales las defensas se ponen más duras, más infranqueables, se necesita un plus de superioridad física solo al alcance de unos pocos elegidos (lo cual nos remite de nuevo a J. C. Navarro y nos hace dar cuenta de lo inmensamente grande que tiene que ser en el resto de aspectos, puesto que en su caso para nada es un portento físico de esta categoría). Cuando se acerca el momento decisivo del partido y el defensor se queda solo ante ellos, solo puede rezar, porque aunque realice una defensa impecable, aunque les ponga la mano delante de los ojos cuando se levanten para lanzar, hay muchos números de que el balón termine besando suavemente la red. Además (de ahí lo de máquinas de matar perfectas), son dos jugadores que no necesitan desmarcase para que el base les intente hacer llegar el balón para el tiro decisivo, puesto que partiendo ellos con el balón en las manos, y sin necesidad de un base puro a su lado, son capaces de buscarse sus propios tiros bajo cualquier circunstancia, ante cualquier defensa y en cualquier situación.
Pero como siempre en esta vida, hasta en las cosas más idénticas siempre existe alguna diferencia, y en este caso, como en tantos otros, la diferencia principal radica en la personalidad, mucho más carismática en el caso de Jordan. Ambos, como es normal en un clutch scorer y en una estrella de tal magnitud, podría considerarse que han sido "chupones", pero sí que es cierto que Michael siempre dio una imagen de tener la situación más controlada, de ser más capaz de doblar el balón a un compañero si la situación dictaba que era lo mejor, mientras que Kobe siempre ha tenido mayores problemas en ese aspecto, incluso cuando los ha doblado; fuera por lectura del juego, por falta de confianza en sus compañeros o por simple mentalidad. No obstante, cuando el partido se acerca a su fin, el marcador está igualado, el clamor del público hace vibrar el pabellón y Jordan o Kobe tienen el balón en las manos, queda prohibido parpadear y basta con citar (nunca nos cansaremos) al gran Andrés: ¡Porque la vida puede ser maravillosa! ¡¡¡That's entertainment!!!
En lo que al clutch factor se refiere, he querido separar a los jugadores en dos grupos distintos: el clutch shooter (el aspecto más representativo de la palabra clutch, el tirador por excelencia, a quién no le tiembla el pulso cuando recibe el balón en la línea de tres, a falta de un segundo para el final del partido y con su equipo perdiendo por dos puntos) y el clutch scorer (mucho más que un tirador letal; el jugador que en esa misma situación, toma el balón, pide aclarado, sus ojos se tiñen en sangre y a partir de ahí puede matar al equipo rival de mil y una formas distintas). En la próxima entrega de "Face to face" profundizaremos en el clutch shooter, pero hoy le toca el turno al clutch scorer... Y dejando aparte a Jerry West, el primer gran clutch player de la historia del baloncesto, a Isiah Thomas, uno de los instintos asesinos más temibles de todos los tiempos, y a Larry Bird, un genio absoluto, dominador de todos los aspectos del juego, incluido el factor clutch (personalmente añadiría también a Juan Carlos Navarro entre los más grandes que ha dado la historia del baloncesto), nos centraremos en las dos máquinas de matar más perfectas que la naturaleza ha diseñado y brindado a nuestro querido deporte; dos máquinas de matar aerodinámicas, elegantemente sublimes y absolutamente letales: Michael Jeffrey Jordan y Kobe Bean Bryant.
En realidad Kobe no deja de ser como una especie de fotocopia de Michael Jordan. Tantos años buscando al futuro Jordan, al sucesor de His Airness, y en realidad siempre ha estado ahí, en la figura de Kobe Bryant... Con sus diferencias, eso sí, pues la clonación total no es posible (todavía) en esto del baloncesto, pero dudo mucho que en el futuro podamos volver a ver a un jugador tan parecido, tan cercano, a lo que fue Michael Jordan.
Dicho esto, añadir que ambos, con una altura, constitución física, agilidad, fundamentos técnicos, clase innata e instinto asesino muy similares, lo han tenido todo para convertirse en el prototipo perfecto de clutch scorer. Y hago especial hincapié en la constitución física y la agilidad, puesto que pueden existir grandes jugadores que reúnan el resto de virtudes, pero sin estas dos muy probablemente les sea imposible poder convertirse en un gran clutch scorer (que no en un clutch shooter), puesto que para poder tomar el balón y ser capaz de realizar cualquier cosa, de fabricarse cualquier tiro decisivo en los momentos en los cuales las defensas se ponen más duras, más infranqueables, se necesita un plus de superioridad física solo al alcance de unos pocos elegidos (lo cual nos remite de nuevo a J. C. Navarro y nos hace dar cuenta de lo inmensamente grande que tiene que ser en el resto de aspectos, puesto que en su caso para nada es un portento físico de esta categoría). Cuando se acerca el momento decisivo del partido y el defensor se queda solo ante ellos, solo puede rezar, porque aunque realice una defensa impecable, aunque les ponga la mano delante de los ojos cuando se levanten para lanzar, hay muchos números de que el balón termine besando suavemente la red. Además (de ahí lo de máquinas de matar perfectas), son dos jugadores que no necesitan desmarcase para que el base les intente hacer llegar el balón para el tiro decisivo, puesto que partiendo ellos con el balón en las manos, y sin necesidad de un base puro a su lado, son capaces de buscarse sus propios tiros bajo cualquier circunstancia, ante cualquier defensa y en cualquier situación.
Pero como siempre en esta vida, hasta en las cosas más idénticas siempre existe alguna diferencia, y en este caso, como en tantos otros, la diferencia principal radica en la personalidad, mucho más carismática en el caso de Jordan. Ambos, como es normal en un clutch scorer y en una estrella de tal magnitud, podría considerarse que han sido "chupones", pero sí que es cierto que Michael siempre dio una imagen de tener la situación más controlada, de ser más capaz de doblar el balón a un compañero si la situación dictaba que era lo mejor, mientras que Kobe siempre ha tenido mayores problemas en ese aspecto, incluso cuando los ha doblado; fuera por lectura del juego, por falta de confianza en sus compañeros o por simple mentalidad. No obstante, cuando el partido se acerca a su fin, el marcador está igualado, el clamor del público hace vibrar el pabellón y Jordan o Kobe tienen el balón en las manos, queda prohibido parpadear y basta con citar (nunca nos cansaremos) al gran Andrés: ¡Porque la vida puede ser maravillosa! ¡¡¡That's entertainment!!!